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Un banco de semillas garantiza el futuro de los cultivos autóctonos del Maestrazgo
El Maestrazgo está poniendo en marcha un banco de semillas que servirá para conservar algunos productos autóctonos y también para relanzarlos comercialmente
El Maestrazgo está poniendo en marcha un banco de semillas que servirá para conservar algunos productos autóctonos y también para relanzarlos comercialmente. Se trata de un almacén de simientes pero "en vivo", como explica Víctor Vidal, que es educador ambiental y agricultor ecológico en La Portellada y el responsable técnico del proyecto. Lo que buscan es seleccionar semillas y que sean los propios agricultores los que las cultiven para asegurar con ello su futuro.
La iniciativa forma parte del plan de trabajo Custodia del Territorio que se está desarrollando en el Maestrazgo e incluye diversas fases. La primera ha sido de investigación y recopilación de los granos. Ahora se busca que haya agricultores dispuestos ya cuentan con alguno a sembrarlas en sus fincas. Para ello les entregan diez plantas y, a cambio, deben devolver un centenar de semillas, especifica Vidal.
La iniciativa, que está dentro de la línea de custodia agraria del territorio, ha sido financiada a través del proyecto de cooperación interterritorial Pon Aragón en tu mesa, según explica Jorge Abril, que es técnico de la Asociación para el Desarrollo del Maestrazgo, Adema. Pero además, cuenta con la colaboración de la Red de Semillas de Aragón y del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA).
Ya se han recopilado una veintena de simientes autóctonas de patata, judía, acelga, calabaza, tomate o frutales. La mayor parte de ellas se han localizado, como explica Vidal, en pequeños pueblos de difícil acceso, como Pitarque, donde hay un par de familias que cultivan al igual que lo hacían sus antepasados.
"Los cultivos autóctonos se conservan más a partir de los 800 metros de altitud, hasta los 500 hay pocos y por debajo, prácticamente ninguno", comenta el experto, que está elaborando también un banco de semillas en la zona del Matarraña aunque en ese caso lo hace a nivel particular y con objetivos comerciales.
Un aspecto que ha jugado un papel crucial en la preservación de esas simientes es la lejanía de grandes núcleos, que hace que "no lleguen los vendedores hasta allí". De todas formas, el experto comenta que los frutales son los productos autóctonos que más se han mantenido precisamente por la dificultad que hay de cultivar a determinada altitud manzanas, peras o melocotones que no estén perfectamente aclimatados.
Estos productos son muchas veces fruto de un buen manejo por parte del agricultor, que ha ido seleccionando año tras año las semillas de las mejores plantas hasta obtener un producto de calidad y muy bien adaptado al terreno.
Zona alta y baja
Para el desarrollo del proyecto han puesto en marcha huertos experimentales en Molinos y Cantavieja en este caso gracias a Atadi, la Agrupación turolense de asociaciones de personas con discapacidad-. Según comenta Jorge Abril estos espacios permiten conocer qué cultivos se pueden adaptar a la zona alta y baja del Maestrazgo.
En este sentido, Vidal matiza que se siembra un mismo producto en sitios diferentes para evitar hibridaciones. Una vez se obtienen los primeros frutos, el agricultor que está al frente del proyecto hace un análisis y "si la planta no es tan buena como parece o no ofrece calidad comercial, se descarta", matiza.
Entre los alimentos autóctonos ya localizados y estudiados están las patatas rojas y blancas de La Cañadilla, que es un barrio de Ejulve, las judías de manteca amarilla de Villarroya de los pinares, los boliches que son unas judías redondas de La Iglesuela del Cid, la calabaza porquera de Cantavieja o las acelgas blancas y el maíz para palomitas de Molinos. Uno de los lugares donde más productos autóctonos se han constatado es Pitarque y entre ellos destacan las judías de manteca verde y amarilla, las patatas rojas o el tomate.
Por otra parte, Víctor Vidal explica que hay productos, como la calabaza potimarrón localizada en Cantavieja que tiene su origen en Francia, "pero en algún momento se llevo hasta el Maestrazgo y funciona de maravilla", aseveró. Y es que precisamente una de las características de esos cultivos es que requieren determinadas condiciones para salir adelante, por eso desde Adema buscan la colaboración de los agricultores para conservarlos.
El banco de semillas es una de las líneas de trabajo de la Custodia del Territorio, una iniciativa planteada desde Adema, que pretende, entre otras cosas, poner en valor prácticas agrarias sostenibles e implicar a los agricultores en el mantenimiento de cultivos.
Buscan darles salida comercial como producto de calidad
La clave para que un agricultor cultive un producto está sin duda en que le obtenga un rendimiento comercial. Por eso desde Adema buscan darle salida a los alimentos que se van a obtener a través de las semillas autóctonas. Víctor Vidal, que es el responsable técnico del proyecto, indica que es posible porque él ya está aplicando está política de comercialización de productos locales de calidad en la explotación que él gestiona en La Portellada.
"Es una estrategia comercial", comenta el agricultor ecológico. Trabaja con diversas variedades tradicionales de forma que las posiciona mejor, es un producto diferente y de calidad por el que obtiene mayor precio por kilo. Sus principales clientes son los establecimientos hoteleros de la zona del Matarraña, que con estos alimentos buscan dar un marchamo de distinción a sus cartas y menús. "Las alubias con sardina típicas de la Fonda Alcalá de Calaceite son de nuestra producción", dice orgulloso. También le compran a él toda la verdura algunos de los establecimientos de mayor categoría que hay en la comarca.
Tras varios años de trabajo, en su banco de semillas de la zona del Matarraña tiene recopiladas ya en torno a un centenar de simientes que presentan particularidades derivadas de la adaptación al terreno.
Al igual que él ha buscado una salida para sus productos cree que también podrían hacerlo los agricultores del Maestrazgo. De hecho, Víctor Vidal indica que también les orientan hacia donde buscar mercado. Esa posibilidad económica hace que la percepción que tienen en el territorio de este proyecto sea alta. "También valoramos el trabajo que han hecho para preservar semillas autóctonas", reconoce.
"Lo que queremos es que se puedan seguir cultivando, porque son las que mejor se adaptan al terreno, pero también que los turistas que van a un restaurante las puedan probar", asegura el experto. Estos alimentos se podrían comercializar a su vez en tiendas especializadas o mediante venta directa.
Víctor Vidal, que además forma parte de la junta directiva de la Red de Semillas de Aragón, ha recorrido durante meses los pueblos del Maestrazgo para visitar huertos y charlar con los agricultores. De esas sesiones obtuvo una veintena de simientes que a su juicio son interesantes porque "son antiguas y mantienen las características puras", explica.
Cuajo natural para el queso de Tronchón
El quesero de Tronchón, Carlos Grau, ya no utiliza cuajo natural en la elaboración de sus productos, pero conservaba media docena de plantas junto a la quesería. Ahora hay un agricultor de Tronchón que las va a cultivar en una parcela y el objetivo es elaborar, en un futuro, una línea de queso de Tronchón con cuajo natural. Antes habrá que hacer pruebas y, sobre todo, obtener el visto bueno de Sanidad, puesto que este aditivo actualmente no tiene permiso para uso alimentario. Sin embargo, sí hay otros quesos que emplean cuajos naturales en su elaboración, como explica Jorge Abril, que es el técnico de Adema que está al frente del banco de semillas, y cita la Torta del Casar, que se elabora en Extremadura y que cuenta incluso con una Denominación de Origen.