Convento del Monte Santo
El Monte Santo se encuentra en la monta�a encima de Villarluengo siguiendo la pista ascendente que se enfila a la salida y en la que se obtiene desde lo alto una imagen del pueblo y una bella panor�mica del paisaje que lo rodea. Iremos direcci�n Hostal Torre MonteSanto.


Una vez all� muy cerca de la Torre se encuentran las ruinas del Convento franciscano de Nuestra Se�ora del Monte Santo. Su origen se establece en al a�o 1506, cuando Juan de Herrero, injustamente condenado a muerte, fue trasladado a un monte cercano a la localidad, donde revel� que en ese lugar se hallar�a una imagen de la Virgen y se fundar�a un convento de religiosas. As� se cumpli� y en 1521 apareci� la Santa Imagen. En 1540 llegaron las religiosas franciscanas procedentes de Valencia. Los seguidores de Cabrera obligaron a las religiosas a abandonar el convento para utilizarlo como fortaleza, debido a su alto valor estrat�gico. Terminada la guerra carlista los liberales derribaron el convento. En la actualidad s�lo quedan los restos de sus muros de piedra, en uno de ellos encontramos la cara de una la Virgen y su nevera pero con su b�veda destruida.
La historia de Juan Herrero
Corr�a el a�o de 1506 y nuestro pueblo era �nicamente el barrio de la Murada, que estaba protegido por el castillo y las murallas medievales. Un vecino de Villarluengo, Juan Herrero, fue v�ctima de un terrible enga�o. Una ma�ana, antes de hacerse de d�a, iba Juan Herrero y un falso amigo suyo por un camino de los que comunicaban el pueblo. Al llegar a un cruce de caminos, se encontraron con una tercera persona. R�pidamente, el falso amigo aprovech� la ocasi�n para asesinar a la tercera persona; le asest� un fuerte golpe en la cabeza y luego la machac�. Adem�s, sac� un pu�al y se lo clav� en el coraz�n. Una vez cumplido su prop�sito, huy� monte a trav�s lejos de esta tierra.
Juan Herrero dud� entre comunicar a las autoridades lo que hab�a visto, perseguir al asesino o dar largas y continuar con sus labores del campo. Opt� por la �ltima, y esa decisi�n fue equivocada. A la vuelta del pueblo, fue detenido como presunto autor del asesinato. Por mucho que lo neg� no pudo evitar su condena: �Muerte en la horca�. Lleg� el d�a de la ejecuci�n, lo sacaron de la c�rcel del castillo y rez� en la iglesia que hab�a al lado. Lo llevaron a la Pe�a de la Horca (nombre conservado hasta la actualidad), lugar destinado a la ejecuci�n de los reos. Entonces ocurri� una cosa muy importante: justo antes de morir, ya con la soga al cuello, Juan dijo unas palabras que reproduzco textualmente del libro ��guilas Imperiales en Monte Santo� (p.19): �Sepan y oigan todos los que aqu� se hallan presentes y sean testigos del o que yo ahora dijere, para gloria de Dios y de su Madre Sant�sima; y es que, en ese montecillo que se ve ah� detr�s, el cual ahora se dice la Loma de San Crist�bal, se aparecer� de aqu� a algunos a�os una imagen de Nuestra Se�ora, por cuya devoci�n y reverencia, se fundar� en el propio lugar en que fuere hallada, un convento de religiosas, en cuya iglesia ser� venerada y honrada la dicha imagen�. Acto seguido, el verdugo tir� de la cuerda y Juan muri� injustamente, por aqu�l asesinato que nunca cometi�.


La Aparici�n de la Virgen del Monte Santo
Despu�s de aqu�l suceso, Villarluengo sufri� un periodo de 10-15 a�os de duras adversidades meteorol�gicas: sequ�as, grandes heladas, pedriscos� que comportaron hambre, enfermedades y duras penurias sobre la poblaci�n (a�os 1506-1522).
Pasaron unos a�os, y las palabras del pastor� �se cumplieron!. Otro pastor, curiosamente llamado Juan Ferrero, hall� una imagen de una Virgen cuando iba con sus animales por la loma de San Crist�bal. Era una escultura tallada en �nice, de unos once cent�metros. Esto ocurri� la ma�ana del domingo 17 de Agosto de 1522. Llev� la imagen a su casa, pero enteradas las autoridades eclesi�sticas del pueblo, estimaron que no era el lugar correcto para la Imagen. Y as�, la llevaron a la Iglesia. A la ma�ana siguiente hab�a desaparecido, sin que nadie hubiese forzado las puertas del Templo. Ninguna persona sab�a su paradero.
A los pocos d�as, Juan Ferrero retorn� con su ganado a la Loma de San Crist�bal, y nuevamente encontr� la imagen de la Virgen del Monte Santo en la misma piedra que la hall� la primera vez. La guard� temeroso contra su pecho, y la imagen le qued� grabada en su carne como a fuego, conserv�ndola hasta despu�s de muerto. La Virgen permaneci� en casa del pastor durante un tiempo, hasta que nuevamente las retornaron a la Iglesia, en una gran y sentida procesi�n.


Construcci�n de una ermita
No satisfechos con ello, los sacerdotes locales pidieron opini�n sobre donde ubicar la imagen. Desde Valencia, personas importantes de la Iglesia, determinaron que lo m�s adecuado era construir una ermita cuyo altar estuviera en el mismo lugar donde apareci� la Virgen. Y as� fue. Al cavar para su construcci�n apareci� cal y llovi� abundantemente, cosa que facilit� enormemente la tarea. Su construcci�n fue r�pida: desde Pascua de Resurrecci�n hasta el mes de Agosto. Una vez terminada fue subida la Imagen desde la Iglesia hasta la nueva ermita, en una numerosa y vistosa procesi�n.
La noticia del hallazgo de esta Virgen y de sus hechos milagrosos se extendi� por muchas zonas, y lleg� incluso hasta tierras valencianas. Su repercusi�n fue enorme en aquellos tiempos. Al verano siguiente, la ermita se mejor� con la construcci�n de una b�veda, bancos, coro�
Construcci�n y fundaci�n de un convento
La importancia de la Imagen hallada iba en continuo aumento y la gente de Villarluengo pens� en construir una casa para un ermita�o; o bien un Convento y confiar la Virgen a las religiosas. Decidieron esta �ltima, y procedentes del convento de Santa Isabel en Valencia, llegaron a Villarluengo cuatro monjas para fundar el Convento del Monte Santo. Eran: Sor Mar�a de Jes�s (Ministra), Sor Catalina P�rez (Vicaria), Sor Juana Terrades (Tornera) y Sor Magadalena de la Cruz (Maestra de Novicias). Llegaron a Villarluengo el 16 de Octubre de 1540. Mientras se constru�a el Convento, permanecieron en el castillo del pueblo. Hab�an pasado 34 a�os desde la predicci�n de Juan Herrero, justo antes de morir en la horca.
Durante los meses de octubre y noviembre la construcci�n del nuevo monasterio, junto a la ermita ya existente, avanz� mucho, para detenerse los meses invernales. En la p�gina 62 del libro ��guilas Imperiales en Monte Santo� se describe perfectamente las distintas dependencias del Convento: doce celdas, sala capitular, refectorio, locutorio, cocina, despensa, lavadero, cisterna, almac�n para le�a y enfermer�a. Y lleg� el d�a en que la construcci�n se acab� y las religiosas se trasladaron definitivamente. Era el 12 de Agosto de 1541.


La vida en el Convento y el final de sus d�as
Adem�s de las cuatro fundadoras, muchas otras se agregaron despu�s. Numerosas virtudes religiosas tuvieron todas ellas, que por falta de espacio no puedo rese�ar. La vida en comunidad llev� su ritmo normal: intensa en oraci�n y dura en trabajo. Muchos e interesantes detalles se explican en los distintos libros que hablan del tema (momentos de la vida del Convento, religiosas que lo habitaron, milagros de la Virgen�) y desde aqu� os invito a que los le�is. Verdaderamente merece la pena.
Con el tiempo alguna reformas se hicieron en el convento: p. ej. dotarlo de un gran patio con porches, donde se construyeron varias capillitas dedicadas a santos. Algunas religiosas del Monte Santo salieron para fundar otros monasterios. El Convento vivi� grandes a�os de esplendor en muchos aspectos (econ�mico, social�), pero lleg� el final. El Decreto de Mendiz�bal, que pretend�a recaudar dinero para el Estado a costa de los bienes de la Iglesia, afect� al Convento. Pero lo que precipit� el fin fue la Guerra Carlista que se produjo en el Maestrazgo.
El 20 de junio de 1836 la Comunidad de Religiosas fue exclaustrada por orden del general de las tropas liberales. Hab�a 34 monjas, de ellas 19 naturales de Villarluengo. En 1837 fue utilizado como prisi�n, caus�ndose enormes desperfectos. Pero las religiosas consiguieron retornar el 27 de Julio de 1838. Pero el ej�rcito carlista ordena que las monjas lo abandonen para convertirlo en fortaleza militar. As� pues, se marchan para siempre del Monte Santo la ma�ana del 28 de Octubre de 1839.


El ej�rcito carlista trat� con respeto las pertenencias del Convento. Por causas b�licas lo abandonaron y los liberales lo tomaron decretando su incendio, para evitar as� que volviera a ser fortaleza carlista. Los liberales, ganadores de esta guerra, estaban convencidos de que las monjas estaban a favor de los carlistas, perdedores. As� pues, los liberales no dudaron en quemar el Convento, en parte movidos por la venganza. Las autoridades locales y muchos vecinos apoyaban esta decisi�n, cosa que dice muy poco a favor de ellos al no respetar una obra levantada con enorme esfuerzo por las generaciones anteriores. As� pues, por orden del general Fulgosio y del alcalde de Villarluengo se decidi� el incendio. El cura del pueblo se hizo cargo de todo cuanto al culto se refiere. La Imagen de la Virgen qued� depositada en la Iglesia del pueblo. Y los vecinos corrieron para apoderarse de lo que tuviera alg�n valor.
A las 3 de la tarde del 6 de Abril de 1840 le prendieron fuego, y estuvo ardiendo durante toda la tarde y noche. Pisos y paredes se derrumbaron. Las religiosas que del Monasterio salieron continuaron durante muchos a�os sus tareas por otras poblaciones, y siguieron siendo monjas del Monte Santo, hasta el 6 de Septiembre de 1966, cuando s�lo quedaban 5 y se fusionaron.
La Imagen de la Virgen desapareci� en la �ltima Guerra Civil de 1936, sin que nadie sepa actualmente d�nde est�. La que se venera ahora es una copia de aquella.
Texto escrito por: Rafael Dolz Navarro